La vitamina D es una vitamina esencial para nuestro organismo, conocida principalmente por su papel en la salud ósea.
Se produce en nuestra piel cuando nos exponemos al sol, y también se obtiene a través de algunos alimentos y suplementos.
Su correcta presencia en el cuerpo es fundamental para mantener un equilibrio saludable y prevenir diversas enfermedades.
Funciones en el organismo
La función más conocida de la vitamina D es la encargada de fijar fósforo y calcio a los huesos por lo que la carencia de la misma puede provocar muchos problemas de densidad ósea como osteoporosis o fracturas.
Su deficiencia produce la osteomalacia (debilidad muscular, dolor y debilidad en los huesos).
Mantener niveles adecuados de vitamina D es crucial para prevenir enfermedades óseas como la osteoporosis en adultos y el raquitismo en niños.
Además, ayuda a regular el sistema inmunológico, puede reducir el riesgo de infecciones y mejorar la respuesta inmunitaria.
Contribuye a la función muscular y puede influir en la salud cardiovascular-
Puede tener un papel en la regulación del estado de ánimo y en la prevención de ciertas enfermedades autoinmunes.
La vitamina D también ha sido vinculada con la prevención de enfermedades crónicas, como la diabetes tipo 2 y algunas formas de cáncer, aunque la investigación continúa en estos ámbitos.
Consecuencias del exceso en el organismo
Aunque la vitamina D es vital, su abuso, especialmente en forma de suplementos puede ser perjudicial, especialmente en los riñones.
El riñón es el último de los órganos encargados en sintetizar la vitamina D, tras ser metabolizada por el hígado.
El exceso de vitamina D, también conocido como hipervitaminosis D, puede tener consecuencias negativas para la salud, principalmente debido a un aumento de los niveles de calcio en la sangre (hipercalcemia). Esta condición puede dañar órganos vitales como los riñones y el corazón, y provocar una variedad de síntomas desagradables
Los síntomas incluyen náuseas, vómitos, debilidad, dolor de cabeza y, en casos severos, daño renal.
La hipercalcemia puede sobrecargar los riñones, provocando cálculos renales o daño renal a largo plazo. Por ello, es importante seguir las dosis recomendadas y consultar a un profesional antes de iniciar cualquier suplementación.
¿Cómo tomar la vitamina D?
La mejor forma de obtener vitamina D es mediante una exposición moderada al sol, unos 10-15 minutos al día, dependiendo del tipo de piel y la ubicación geográfica.
También se puede obtener a través de alimentos como pescados grasos (salmón, caballa), huevos y productos fortificados.
En casos de deficiencia, los médicos pueden recomendar suplementos, pero siempre bajo supervisión para evitar excesos.
Según las recomendaciones de la Sociedad Española de Nefrología, los pacientes con enfermedad renal crónica, debido a las complicaciones que presentan como consecuencia de la poca asimilación de la vitamina D, deben hacer un control exhaustivo de la misma ya que niveles bajos se relacionan con mayor morbilidad y mortalidad.
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